Mientras que las leyes de los gases resumen las relaciones entre las distintas propiedades de los gases ideales, la teoría cinética molecular explica por qué los gases siguen dichas leyes. Esta teoría se basa en algunos supuestos o postulados. El primer supuesto es que el tamaño de las partículas de gas es insignificante.
Un gas es sobre todo espacio vacío compuesto por pequeñas partículas que están separadas por distancias muchísimo más grandes que sus propias dimensiones. Su volumen combinado es insignificante en comparación con el volumen total donde el gas está contenido. A diferencia de los sólidos y líquidos, que son incompresibles debido a sus espacios intermoleculares estrechos, los gases son muy compresibles.
Las partículas de gas están en constante movimiento, y van en líneas rectas y en direcciones aleatorias. Sus rutas solo cambian cuando colisionan con otras partículas o con las paredes de su contenedor. El segundo supuesto es que entre las partículas de gas se producen colisiones perfectamente elásticas.
Colisionan y rebotan sin quedarse pegadas entre ellas. Esto se puede comparar a la colisión de las bolas en un juego de billar. Cuando las partículas de gas chocan, intercambian energía entre ellas, pero no hay pérdida de energía.
En otras palabras, la energía total del sistema se mantiene constante. Las partículas de gas se mueven constantemente, por lo que poseen energía cinética. Por consiguiente, el tercer supuesto postula que la energía cinética promedio de un gas es proporcional a su temperatura absoluta en Kelvin.
Esto significa que la energía cinética aumenta con la temperatura y, por eso, las partículas se mueven más rápido. A temperaturas más altas, su velocidad incrementa. En cambio, cuando la temperatura disminuye, la energía cinética de las partículas también lo hace, por lo que se mueven más lento.
A una temperatura determinada, todos los gases, independientemente de su masa molecular, tienen la misma energía cinética promedio. La energía cinética es igual a la masa por la velocidad al cuadrado. Por lo tanto, para que distintos gases tengan la misma energía cinética promedio, sus partículas de gas deben viajar a diferentes velocidades promedio.
Es por esto que los gases más pesados tienen velocidades promedio más bajas, mientras que los gases más livianos tienen velocidades promedio más altas. Por ejemplo, cuando el helio y el neón están a la misma temperatura, tienen la misma energía cinética promedio. Sin embargo, dada la diferencia en sus masas, los átomos de neón se mueven mucho más lento que los del helio.